lunes, 21 de enero de 2013

Capítulo 1: Parte 2: Extraños comportamientos



Un, dos, tres... Alicia solía decir que la mejor fórmula para quitarte los nervios, era contar hasta tres y respirar. Yo siempre pensé que ese método tan solo era una estúpida invención para mentes inseguras, contar hasta tres no cambia los hechos, simplemente te ayuda a ignorarlos. Pero aquel 24 de Junio todo era distinto, ya se sabe que cuando ocurre algo inesperado, el dolor nubla el instinto y los pensamientos se esconden tras lamentos. Aquel día conté uno, dos, tres y muchos más, puede que incluso llegara a los cien... Descubrí que el conductor de la ambulancia fue vecino mío en otro tiempo y tras varias suplicas, me permitió acompañarlos en el trayecto hacia el hospital. Al llegar, metieron rápidamente a Alicia en un quirófano y a mí me dijeron que esperara en una sala. Recuerdo que Miguel estaba frente a mí y no paraba de mirarme, sus ojos se tornaban en una mezcla de extrañeza y cariño. Tengo razones para pensar, que antes del accidente él no sabía de mi existencia, a pesar de que yo lo conocía todo de él. A Alicia le encantaba alardear y acentuar su capacidad de buen gusto, solía intentar darme envidia contándome lo romántico y bueno que era con ella. Sobre Miguel, supe desde el principio de su relación, que pertenecía a una familia humilde y que fue labrando su futuro con mucho esfuerzo hasta alcanzar sus sueños, que le encantaban las estrellas y que antes que actor, fue jardinero. Luego supe muchas otras cosas, pero nunca estuve segura de que fueran del todo ciertas. Yo le conocía por fotos, ya que siempre que le pedía a mi amiga que me lo presentase, me ponía vagas excusas. Creo que en el fondo se sentía acomplejada por nuestro parecido, aunque para todos, ella fuera la primera...
Miguel se levantó, dio una vuelta por la sala y se sentó a mi lado, pero continuó en silencio. Llevaba el móvil en una mano y un vaso de agua en la otra y tras anular varias llamadas, ahogó cansado, el teléfono en el vaso. Me hizo gracia tal gesto y reí, entonces él volvió el rostro y sentí que le debía una disculpa.
  • Lo siento- le dije muy avergonzada- es que nunca me imaginé que alguien pudiera destrozar un móvil así, pero ya me advirtió Alicia de que tú eras especial...
  • ¿Especial?
  • Sí, diferente al resto
- Os parecéis...mucho- me acarició el rostro con ternura, pero al ser consciente del hecho, retiro arrepentido su mano
- Lo sé...-sonreí- suelen decírnoslo a menudo
- Lo siento, lo siento, lo siento mucho- comenzó a decir muy nervioso mientras se tapaba la cara con las manos, y se echaba a llorar. Parecía estar muy afectado- Yo no quería, no quería mi amor- repitió
- ¿Qué?- pregunté. No sabía a qué se refería pero no me daba buena espina
- Tengo miedo- susurró afligido
- Alicia es fuerte, saldrá adelante- intenté animarle, supuse que los nervios le habían jugado una mala pasada
- ¿Tú crees?- volvió la mirada esperanzado
- Claro que sí- le abracé- tú no te preocupes, ella luchará por nosotros, estoy segura
- Gracias- se retiró un poco, me miró a los ojos y me dijo- Eres preciosa Alicia
- Yo…- me alejé molesta- no me llamo así. Miguel...
- ¿Por qué lo hiciste?- preguntó furioso
- No sé de qué me estás hablando Miguel- Lo cierto es que me empezaba a dar miedo su actitud, parecía como ido, como si supiera algo que fuera importante y qué no pudiera contar
- ¡Si me hubieras hecho caso esto no hubiera pasado nunca!- exclamó
- ¿Por qué dices eso?- intenté aprovecharme de la situación
- Te lo advertí Alicia, tú no quisiste hacerme caso- empezó a zarandearme- ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?
- ¡Yo no soy Alicia!- grité asustada, tan solo deseaba que me soltase
En ese momento entró Víctor en la sala y lo apartó de mí
-¿Estás loco?, ¿Qué quieres? ¿Salir mañana en la portada de alguna revista bajo algún hiriente titular que te deje por los suelos? Compórtate por favor…- le levantó de la silla y dijo-Ya hemos tenido bastante propaganda por hoy. – Luego me miró a mí y me amenazo con cierta prepotencia- Supongo que entenderá que está situación no es fácil para él. Señorita le aconsejó que olvide todo lo que ha ocurrido en esta sala, si no quiere vérselas con mis abogados. Le aseguro que son los mejores
No me gustaba en absoluto ese hombre, era el típico machito que se cree con derecho a dar órdenes y a esperar a que se cumplan a la perfección. Me hubiera encantado enfrentarme a él y llevarle la contraria, pero no quería perjudicar a Miguel. Él era importante para Alicia y ella nunca me hubiera perdonado dar un paso en su contra. Además, algo me decía que él sabía más de lo que todos querían hacerme creer.
Tras varias horas de espera, un médico se acercó a mí, traía malas noticias… Alicia había entrado en coma y las próximas horas serían cruciales para ella. Y otra vez ese vacío, esa soledad infinita se apoderó de mi cuerpo y me hizo derrumbarme, no quería perderla, no podía… Si ella moría, una parte de mi misma moriría con ella, yo no conocía una vida sin Alicia y no estaba dispuesta a aceptar que había un mundo más allá de su lado. Porque me gustaba reír con ella, poner la tele y no hacerla caso, cantar a gritos y despertar oyendo su voz. Me gustaba ser la peor… solo si ella era la mejor, me gustaba tener a alguien, alguien por quien dar la vida… y yo le hubiera regalado la mía si estuviera en mis manos, pero no podía hacer nada… y eso, lamentablemente, era lo peor.

Un día, dos, tres… así hasta una semana… pero los ojos de Alicia seguían sellados bajo la tinta del sueño infinito. Me senté a su lado y trate de hacerla reaccionar, no soportarla verla tan quieta, sabiendo que ella era un torbellino. En todos esos días apenas había pasado por casa, sentía que necesitaba estar a su lado, que se lo debía… Cuando yo tuve el accidente, Alicia no se separó de mí ni un instante, me hacía compañía, me leía libros, me ponía guapa y lograba que me sintiera bien. A mí me sabía mal hacerla perder el tiempo, y así se lo decía, y ella me contestaba que con una hermana nunca se pierde el tiempo. Durante toda su estancia en el hospital, Alicia recibió numerosas visitas. Además de la compañía de sus padres, goce del trato de varios compañeros de la serie. Pero lo que más me sorprendió fue la conducta de Miguel, parecía una persona completamente distinta a la que había conocido días atrás, educado, correcto, seductor... así es como se mostró conmigo. Nada más verme se acercó y me saludó cortésmente
-Buenos días Clara
- Hola…- me arriesgue a darle un par de besos
- Me gustaría disculparme por mi comportamiento, he de reconocer que la angustia me supera- admitió con cierta vergüenza
- No te preocupes, ya está olvidado- le aseguré, no quería malos rollos
- Me alegra escucharlo.-sonrió- Entonces… ¿Amigos?
- Amigos- acepté su propuesta
- En cuanto Alicia se recuperé, nos vamos los tres de cena y te recompenso por el mal trago que te hice pasar- dijo mientras se alejaba
- Espero que eso ocurra muy pronto- grité con fuerza para que lo alcanzara mi voz
- Yo también…- se detuvo- Ah, una cosa más-volvió a acercarse- no mentía cuando decía que eras preciosa- ahora fue el quién se atrevió a darme dos besos y se marchó.
Miguel era un hombre muy raro, si le mirabas como una fans, veías al hombre perfecto, fuerte, seguro, hermoso… si le contemplabas con ojos de amiga, un chico tierno, indefenso. Pero si lo pillas en una situación difícil y al día siguiente lo encuentras como hombre nuevo, ahí ya… sí que no entiendes nada.
Otra de las revelaciones, fue la visita de Olivia, la mujer de perfumes caros y alto prestigio que dirigía “Inalcanzable”, la serie de éxito nacional.
-Alicia es la mejor de mis actrices, yo creo que nadie podría superarla.-Empezó diciendo- El papel de Gabriela Freixer, está hecho a su medida.- contó muy segura- En serio, fue verla y decir, ¡Dios mío es ella!
- ¿Sí?- comenté extrañada- Alicia siempre decía que le costó mucho que la cogierais
- ¡Tonterías! El papel era suyo desde el principio, solo tenía que demostrarnos que estaba capacitada para mostrar su potencial a todos los públicos- lanzó una falsa carcajada al aire y preguntó- ¿Cómo está? ¿Podrá incorporarse rápido a la serie? Como comprenderás no podemos hacer desaparecer su personaje de un día para otro, sería una tragedia para sus fans. Lo mejor es que se venga un día, grabamos su final y de vacaciones...- volvió a reír sin sentido, a esa mujer lo único que le importaba era sacar adelante la serie
- Me temo que no será posible.-anuncié- Alicia está muy grave
- ¡Y ahora que les digo yo a los de la tele!- exclamó alterada- de verdad… a quién se le ocurre suicidarse a estas alturas
- ¿Quién dice que se haya intentado suicidar?
- me molestó mucho que juzgará su actitud sin conocer al completo los hechos
- La prensa, la gente, yo misma...- río de nuevo- no todo el mundo sabe llevar la fama tan bien como yo
- Os equivocáis, sé que no es así.- ya me estaba cansando de escuchar tantas tonterías- ¿Por qué no busca una sustituta hasta que se recuperé y nos deja en paz de una vez?
- No es tan fácil…-me miró asombrada- resulta complicado ejecutar su papel. No sabría hacerlo cualquiera
- Haga un casting, allí encontrará lo que desea. –Intenté convencerla-"Ha sido culpa mía Jack, yo debí mantener la boca cerrada"- imité a Gabriela Freixer.- He ensayado mil veces esta escena, no es tan difícil, se lo digo en serio-insistí de nuevo
- Tú...- se quedó mirándome ensimismada- claro… como no había caído antes
- ¿Qué?
 -pregunté
- Tú eres perfecta, sois casi idénticas y lo haces incluso mejor que Alicia
- ¿No has dicho que era irremplazable?- comenté con cierta ironía
- Me equivocaba- admitió- ¿te gustaría ser Gabriela?- preguntó después- la audiencia apenas notaria el cambio, si tú haces su papel podremos seguir emitiendo. ¿Qué me dices?
- No puedo
- ¿Por qué no?-preguntó desconcertada- ¿No te gustaría ser actriz? Te pagaríamos bien, sería bueno para ti.- intentó convencerme- Piénsatelo.
- No puedo hacerle esto a Alicia- Lo cierto es que me encantaría haberle dicho que sí, ser actriz también era mi sueño, esa era la oportunidad que llevaba esperando toda la vida, pero no… no podía hacerle eso a Alicia, a las amigas nunca se las traiciona.- Lo siento…- me disculpe- pero no puedo- insistí
- Solo será hasta que ella se recuperé, después todo volverá a ser igual. – Me prometió- Quizás incluso mejor, tú podrías trabajar en otras series, tengo contactos muy influyentes
  • No.- me negué de nuevo- Es mi última palabra- no podía fiarme de alguien tan frío y calculador como Olivia
  • Al menos piénsatelo.- me suplicó, y se fue pavoneándose, avanzando lentamente con un ridículo movimiento de cadera
Olivia era de esas mujeres que no sabrían vivir sin una cámara delante, qué se morirían si no pudieran verse reflejadas en un espejo. Superficial, insensible, individualista… una de esas mujeres que si ves en la tele puedes llegar a admirar, por su talante, por su ironía, por su saber estar, pero que si la conoces en persona, te das cuenta, de que todo eso, no es otra cosa que una bonita fachada. Olivia sin una cámara delante olvidaba las buenas formas, hablaba de corrida, sin pensar realmente lo que estaba diciendo, pensando solamente en ella. Por qué para Olivia, no había nada más importante que su propia persona. Era una mujer considerada por los medios como espectacular. Empezó de la nada, con un proyecto en mente y lo saco adelante con gran esfuerzo hasta alzarlo como lo mejor. Se ocupaba de revisar los guiones, estaba presente en los casting, dirigía, criticaba, concedía entrevistas… su vida era la serie y sin ese mundo tan frívolo que le había absorbido hasta el punto de robotizarla, no tenía nada.
También se pasó por el hospital Alba y su esposo Víctor. Víctor ni me dirigió la palabra, camino hacia delante sin dedicarme ni un solo segundo de su tiempo, Alba simplemente se limitó a saludarme. Nos habíamos visto un par de veces, si no recuerdo mal nos presentó Alicia en una fiesta de fin de año, aunque si soy sincera, la recordaba más amable. Me saludó y corrió tras su marido.
Adriana se pasó por la tarde con la pequeña Daniela. Es curioso, no las conocía, ni si quiera había oído hablar de ellas antes, y sin embargo fueron las únicas que manifestaron un comportamiento más o menos coherente. Adriana era una chica joven, de unos veinte años. En la serie representaba el papel de una mujer muy enferma, frágil e inocente, que solo hallaba consuelo en el amor, que a escondidas profesaba a Jack, su médico, el personaje que interpretaba Miguel. Pero en la realidad era todo lo contrario, fuerte, segura de sí misma, dotada de la suficiente valentía como para enfrentarse a cualquiera que se pusiera en su contra. Una chica joven, pero tan madura como para ejercer el papel de madre de su propia hermana. En cambio, la pequeña Daniela, era una niña muy tierna, cariñosa y dulce que se había incorporado hace poco al reparto. Allí, era la hija secreta del personaje de Alicia y con la cuál sentía mucha complicidad.
Por suerte, el médico nos pidió que esperáramos en la sala y pude mantener una interesante conversación con ellas. Le conté a Adriana lo que había sucedido en los últimos días y ella reaccionó de la siguiente manera
-¿Olivia ha estado aquí?- rió incrédula- ¿Y te ha dicho eso? ¡Qué cara tiene!- exclamó
- ¿Qué pasa?- pregunté yo
- Olivia nunca se ha llevado bien con Alicia- contestó ella- siempre ha estado deseando echarla. Pero por suerte, tu amiga contaba con el apoyo de Víctor
- ¿Víctor?- pregunté extrañada- Me pareció un ser de lo más desagradable
- Y lo es, yo no le soporto- mostró una mueca de desagrado- pero con Alicia se portaba bien. Aunque hace unas semanas todo cambió- se quedó pensativa y aseguró- tuvo que pasar algo muy gordo
- ¿Por qué lo dices?- le pregunté de nuevo. No entendía nada
- El día del accidente les oí discutir, Olivia había conseguido acabar con Gabriela Freixer.- confesó muy misteriosa - Querían matar a su personaje
- ¿Y Miguel? ¿Lo sabía?
- Seguramente… pero prefirió ocultárselo a Alicia, tengo entendido que a ella le dijo que la serie iba a renovar y que todo marchaba bien.- al parecer la vida de Alicia no era tan maravillosa como yo pensaba- Pero lo cierto…-siguió relatando- es que la serie se va a piqué, no hay pasta y si no conseguimos captar a más audiencia nos retiran de la parrilla. Olivia aprovechó la situación para conseguir que los guionistas utilizaran la muerte de Gabriela para crear un golpe de efecto.
- ¿Y sí quería matarla… porque esta tan empeñada en que me incorpore al reparto?- todo era muy raro allí y gracias a las aportaciones de Adriana iba entendiendo la situación
- Supongo que eres su única oportunidad para demostrar que su proyecto puede llegar a ser grande. Si el personaje de Gabriela desaparece de la noche a la mañana, retiraran la serie en menos de una semana. Además, el accidente de Alicia ha creado mucho morbo, la audiencia espera ansiosa un desenlace y tú…- me miró- eres su única esperanza
- ¿Te puedo hacer una pregunta?- le pedí
- Claro…- contestó ella
- ¿Tú también crees que Alicia intentó suicidarse?- necesitaba saber su opinión, sabía que alguien tan sincero no me mentiría
- Lo de su personaje, tuvo que ser un golpe muy duro-comentó- pero… no. No creo que lo hiciera. En el mundo de la televisión hay muchas fieras y ella se empeñó en observar sus garras tan de cerca, que la acabaron devorando
- ¿Qué intentas decirme con eso?
- Si accedes a trabajar con nosotros, puede que algún día lo averigües por ti misma. – Cambio de tema radicalmente-¿Puedes cuidar de mi hermana mientras entro? Ahí fuera me han dicho que los enanos no pueden pasar
- Claro… no te preocupes
- Gracias- se marchó a esperar
Pero la mayor sorpresa aún estaba por llegar. Desde el principio me di cuenta de que Daniela no se comportaba como cualquier niña, estaba quieta, callada, tan metida en su mundo que ni se enteró de que su hermana se había ido.
-¿Quieres que juguemos a las palmas?- propusé – me sé un montón de trucos
- No quiero jugar- dijo ella
- ¿Te gustan los cuentos?- pregunté- hay uno que no conoce casi nadie “El perro sin rabo”
- Eso es un trabalenguas- replicó
- No- reí-eso es otra cosa ¿quieres que te lo cuente?
- Al mounstro malo no le gustan los cuentos
- Lo mounstros no existen Daniela
- ¡Sí existen!- gritó enfadada la niña
- De acuerdo… perdóname… - había olvidado que estaba tratando con una menor- ¿Y cómo son?- le pregunté entonces para intentar romper el hielo
- Empujan a mujeres por la ventana- dijo ella con lágrimas en los ojos
- ¿Cómo a Alicia?
- Sí…-afirmó- y hacen pupa
- Espera un momento cariño- quise ir a buscar a su hermana para asegurarme de que ese comportamiento era propio de su edad, pero entonces ella se puso muy nerviosa y comenzó a gritar
- ¡No se lo digas! Ella gritó, gritó mucho y yo salí corriendo, lloraba, le dolía la cabeza, lloraba… ¡Te mataré! ¡Te mataré! ¿Por qué? duele ¿por qué? Te quiero, ¿Tú?, yo…, Ahhh ¡Cállate!- se tapó los oídos- no salgas, ¡no salgas sapito!
Su voz recorrió todo el hospital como un escalofrío por el cuerpo, Adriana corrió hacia la sala y trato de tranquilizarla
-¿Otra vez igual?- dijo, haciéndome entender que no era la primera vez que se ponía así- no pasa nada cariño- la abrazo- ya está, ya ha pasado ¿Vale?- la cogió en brazos y me dijo- Será mejor que me vaya… siento el espectáculo- se disculpó después
- No es la primera vez que pasa ¿me equivocó?
- No, está muy rara desde el accidente de Alicia. Ya sabes… cosas de niños
Cosas de niños… en ese momento recordé lo sola que me sentía yo cuando tenía la edad de Daniela. Una vez mi niñera se hecho un novio y pasaba todo el día con él. Me llevaba al parque y me decía que se iba a comprar un helado, pero lo cierto, es que ya no volvía hasta las nueve, la hora sobre la que solía llevarme a casa. Recuerdo que un día se le olvidó recogerme, se hizo de noche y pasé mucho miedo. Cuando vino a por mí intentó convencerme de que debíamos decir a mamá que lo estábamos pasando tan bien en su casa, que se nos había pasado la hora. Y eso fue lo primero que dijo al ver a mi madre frente a la puerta, pero yo me empeñe en llevarle la contraria, mamá decía que no debía mentir. Yo dije la verdad… pero nadie me creyó.
Los niños siempre dicen la verdad o al menos lo intentan, pero los adultos nos empeñamos en no hacerles caso… Daniela sabía lo que pasó aquél día, estaba segura. Ella y otros cuantos…y yo lo iba a averiguar y si para ello, tendría que formar parte de la serie, lo haría con gusto. No iba a permitir que el orgullo de mi amiga fuera pisoteado nunca más. Tenía que ser fuerte, acercarme a su mundo, a su gente, a todas esas personas que me causaban un amargo sabor de boca y descubrir que lleva a una chica de veinticinco años a salir por la mañana de su casa como una mujer enamorada y llena de ilusión, y caer por la ventana horas después, dejando en entredicho su felicidad, palabra y honor.

miércoles, 9 de enero de 2013

Capítulo 1: Parte 1: La suerte cambió



Era la noche de San Juan, el viento sacudía las persianas y el fuego de las hogueras alumbraba levemente la ciudad. Los niños tarareaban suaves melodías mientras saltaban orgullosos unas ramillas incendiadas. Las sombras se cruzaban y las voces se mezclaban desde la ventana de mi habitación, y el grotesco chillido de la brisa, me taladraba los oídos hasta el punto de hacerme perder la cabeza. Había vivido muchas noches como esa, demasiadas... cuando era joven solía salir yo también a pedir un par de deseos, luego deje de hacerlo, pero nunca antes había tenido esa extraña sensación de estar encerrada en una burbuja que me nublaba el alma. Era como si supiera que algo malo estaba por llegar, como si debiera impedir un fatídico acontecimiento o simplemente dejar que pasase. Me levanté nerviosa y me dirigí al cuarto de Alicia, quería asegurarme de que estaba bien, y ciertamente lo estaba, dormía como un ángel. Entonces me convencí a mí misma, de que esa sensación, no era otra cosa que la consecuencia del miedo que me daba perder algo importante y me eché a dormir, apenas me quedaban un par de horas de sueño antes de que sonara el despertador, desgraciadamente aquel impreciso día me tocaba turno de mañana. Y el despertador sonó antes de lo esperado, pero el temblor de mi cuerpo aún seguía conmigo... los pájaros no cantaron al salir el sol y un cielo nublado amenazaba con llover. Alicia ya estaba despierta, se le oía repetir una y otra vez la misma frase "La suerte es tan frágil como una pompa de jabón" decía con empeño, supuse que se trataba de uno de sus guiones y continúe preparándome para marchar. Desayunamos juntas, y entre tostada y tostada me pidió que le diera un abrazo, se le notaba nerviosa, creo que iba a ser un día especial para ella. Su serie había alcanzado gran éxito y su rostro era muy conocido, iban a renovar una temporada más y seguramente le lloverían nuevos papeles, puede que algunos incluso fuera de España. Recuerdo que mientras me tomaba el café aseguró varias veces que debía de alegrarme por ella, porque iba a ser el mejor día de su vida y e incluso me comentó que después de rodar se iría a cenar con Miguel y podría volver siendo una mujer comprometida. Yo sonreí al escucharla, aunque no pude evitar sentir miedo de quedarme sola, ella lo era todo para mí. A media mañana el sol regresó, pero unas oscuras nubes se lo llevaron y un trueno furioso cayó sobre un árbol. Mi móvil comenzó a vibrar, pero tuve que apagarlo al oír llegar al jefe. Y con la tarde caída ya, el tenebre horizonte congeló mi cuerpo y me absorbió una soledad infinita, un vacío absoluto y desconcertante... y en ese remoto instante, flotó en mi cabeza la imagen de mi mejor amiga, temblando dolorosamente sobre una plataforma de inseguridades. Salí corriendo, ahora era yo quién quería abrazarla, necesitaba sentir su piel sobre mi piel. Salí corriendo y empezó a llover mojando sin remedio mi ropa, debo reconocer que en ese instante pude llegar a sentirme un poco tonta, no era demasiado obsesiva, pero aquél día ya había amanecido bañado en lágrimas y algo me decía que mi suerte iba a cambiar. Frené mi paso al verla, estaba en frente del plató fumándose un cigarro y grité su nombre para llamar su atención, pero mi amiga no logro escucharme y se metió dentro. La tormenta había ocasionado un gran atasco y tardé un buen rato en conseguir cruzar la calle. Al entrar en el plató una mujer de unos 50 años, muy guapa y arreglada me confundió con Alicia, ella era Olivia Bloom, la directora de la serie. Mientras intentaba explicar nuestro inexistente parentesco, sonó un estruendo escalofriante seguido de la alarma de un coche y los gritos de la gente. Salimos corriendo a ver qué había sucedido y mis terribles presentimientos cobraron forma, Alicia acababa de caer desde una ventana y se hallaba inconsciente sobre el capote de un coche de color gris.
- !Alicia!-grité- Alicia...-con los ojos inundados en lágrimas, pero ella ya no pudo responder
Pronto se llenó de prensa y de cotillas el lugar, todos haciendo fotos y mirando a mi pobre amiga, ahora postrada sobre el suelo. Los médicos informaron de que seguía viva y tomé una bocanada de aire !es un milagro! -exclamaron después- y suspiré nerviosa, consumida por la angustia del momento. Salió entonces Miguel, el amor de su vida, la miró asustado y corrió hacia ella
- !Alicia!- gritó el también, pero ya nadie le hizo caso
Le miré a los ojos, una frágil mirada, inocente, llena de furia y tristeza, rompió en un amargo llanto. A su lado la sonrisa de Olivia le hacía frente, ella, más que aliviada, trataba el asunto como una chiquillada, hablaba con la prensa y reía. "Se pondrá bien, estoy segura" esas eran sus declaraciones, después cambiaba drásticamente de tema y se quedaba tan pancha "sí, la serie es un descubrimiento, gracias" se le escuchaba decir como si no hubiera ocurrido absolutamente nada. En la puerta un par de amigos, personajes de la serie y ayudantes de dirección, contemplaban la escena con gran horror. Entre ellos estaban Alba Peña, íntima amiga de Alicia, abrazada a Víctor Conde, su marido. Junto a la pareja, la joven Adriana totalmente descompuesta, y su hermana Daniela, que buscaba consuelo en una tableta de chocolate. 
- El mejor día de su vida...-recordé- se supone que ese iba a ser su mejor día...

martes, 8 de enero de 2013

Prólogo


LA OVEJA NEGRA…
Prólogo
Hace mucho tiempo, cuando el sol y la luna aún eran amigos, y la noche y el día jugaban a esconderse guiados por la luz de las
estrellas, cuando las ramas de los arboles danzaban y reían las gracias del viento. Entonces… cuando no existían las tinieblas y el mundo aún conservaba su color, conocí a dos jóvenes muchachas de gran soltura. Eran dos, pero parecían tan solo una… no les unía la sangre, pero sus rostros mantenían el mismo semblante y la luz que sus ojos desprendían, tenía el mismo matiz. Llevaban el pelo cortado a la misma altura, por debajo del pecho, y el flequillo recto, como su artista favorita. Decidieron cortárselo así cuando tenían 15 años, el día nueve de Septiembre a las 21:00 de la noche, mientras veían un concierto en la tele y cantaban a gritos la canción del momento. Su color favorito era el rosa, pero usaban más a menudo el azul. Compartían la ropa, a excepción de algunas camisas que tenían por igual. Celebraban sus cumpleaños comiendo en un restaurante italiano que se encontraba a dos manzanas del piso en el que vivían, después daban una vuelta por la ciudad y casi siempre acababan en el karaoke. Lo cierto es que ambas soñaban con convertirse en grandes artistas y disfrutaban grabando vídeos e imitando a diversos actores. Eran muy parecidas pero no eran hermanas, ni si quiera les unían los lazos de sangre, pero eso sí, siempre estaban juntas… Se conocieron en el parque mientras jugaban con las muñecas. Eran vecinas, pero solían turnarse de casa en casa para dormir la una al lado de la otra, y cuando crecieron, alquilaron un piso donde poder vivir las dos. Alicia y Clara, Clara y Alicia, esos eran sus nombres y se consideraban las mejores amigas del mundo. Pero al igual que tenían tantas cosas en común, había algo que las diferenciaba y eso… no era otra cosa que la suerte.
Clara Villanueva
Clara, a pesar de ser dulce y buena, era la más desgraciada. Su padre la abandonó cuando tan solo era un bebé, y desde entonces, su madre se pasaba el día entero trabajando para que ella pudiera tener una buena vida. Desde niña le agradeció que renunciara a su felicidad por darla una estabilidad, pero ciertamente lamentaba pasar más tiempo con sus niñeras, que con su propia madre. Era lista, ingeniosa y muy guapa, pero sus cualidades siempre quedaban ocultas ante la presencia de Alicia. Clara tenía un gran corazón y le gustaba ayudar a la gente. Una vez convenció a su amiga, para que donaran parte de su ropa a los niños pobres y se escaparon de noche a prestar sus servicios. La vida nunca le trató demasiado bien, al cumplir los 17, su madre enfermó y murió al poco tiempo, a los 18 se sacó el carnet de conducir y tuvo un accidente que le obligó a pasar un año entero en el hospital. Empezó bellas artes, pero nunca pudo acabar la carrera, así que se dedicó a repartir pizzas para sacar dinero. Admiraba muchísimo a Alicia, tanto que en ocasiones llego a envidiarla. No conocía el amor, si es cierto que una vez se enamoró de un chico, pero él, al mismo tiempo se enamoró de su amiga y dejo de verlo. La vida de Clara era bastante monótona, de casa al trabajo y del trabajo a casa, lo mejor que le podía pasar es que Alicia le pidiera ayuda para repasar los textos de la serie en que trabajaba, se sabía los personajes a la perfección, su manera de sentir, de pensar… incluso a veces se adelantaba a la trama y descubría sensaciones que su amiga no lograba encontrar.

Alicia Romero
Alicia en cambio, siempre tenía lo que deseaba, pertenecía a una familia adinerada en la que todos estaban muy unidos. Para su madre era su ojito derecho, para su padre la más hermosa de todas sus hijas, la primogénita, aquella a la que se prometió darle cualquier capricho. Estudió en los mejores colegios, sacaba las mejores notas. Era una buena chica, pero tan ambiciosa que no soportaba perder, y con una belleza tan espectacular que eclipsaba a los hombres con tan solo pasar por delante de ellos. Era fuerte, valiente y noble, y jamás permitía que se burlaran de sus seres queridos. Conseguía lo que se proponía y tanto es así, que lucho por conseguir el papel de la serie en la que trabajaba, arriesgando incluso su propia vida. Tenía fama, dinero, belleza y todo lo que pueda desear una mujer. Salía con su compañero de reparto, Miguel Fábregas, el galán que traía locas a las niñas y era muy muy feliz. No era mala persona, pero necesitaba de su amiga Clara, ella le ayudaba a ser mejor y aunque a veces, estar junto a ella aumentaba su ego, la quería de verdad, adoraba su bondad y confiaba en ella como en nadie. En varias ocasiones le ofreció dinero y la posibilidad de conseguir un trabajo mejor, pero Clara era orgullosa y quería alcanzar las cosas por sí misma.

Sí, eran grandes amigas, las mejores... con el tiempo descubrieron que estar siempre juntas tenía sus cosas buenas y sus cosas malas, pero pronto se acostumbraron a ello. Quién las conocía a las dos sabía quién era la más fuerte y la más débil, la más guapa y la más fea... pero fuera quién fuera la cabeza pensante, Alicia salía ganadora en todas las apuestas.